
belga Adolfo Sax, quien en realidad se
llamaba Antonio José, y quien viviera
entre 1814 y 1894, inventó un instrumento
musical al que daría el nombre: saxófono y
que en nuestro idioma pasó a llamarse
saxofón.
Construyó su invento, hombre de admirable
ingenio, en seis modelos, que todavía
permanecen y que llevan por nombre:
soprano, saxofón alto, saxofón bajo, saxofón
tenor y saxofón barítono.
Sax editó a su vez un método, escrito por
él naturalmente, para enseñar a tocar su
invento. O mejor dicho: sus inventos.
Hay que notificar que José Antonio Sax, o
Adolfo Sax, como se le conoce, inventó,
aparte del saxofón, la saxtromba, el saxhorn
y la saxtuba.
Su gloria empero se la debe al saxofón, que
pronto fue aceptado por los músicos y
encontró admirables ejecutantes.
Entre los grandes saxofonistas a nivel
universal es célebre el nombre de George
Washington Jr.
Brilla también con poderosa luz propia
Charly Parker. No se diga Jerry Mulligan,
Hornet Colleman y Man Holkine.
En verdad el saxofón ha encontrado a
fervientes amantes de su muy especial y puro
sonido de alta e incuestionable calidad.
No es nada fácil tocar este instrumento,
pero cuando encuentra a su virtuoso su
sonido es seductor.
En México, desde su llegada a estas tierras
a finales del siglo XIX, el saxofón encontró
excelentes ejecutantes.
Curiosamente en las historias de la música
mexicana, se registran y exaltan, hablando
de ejecutantes, a pianistas, violinistas e
incluso a trompetistas, como es el caso de
Felipe León.
Desafortunadamente a los saxofonistas no
se les da la menor importancia. Ignoramos
las causas de esta indiferencia hacia ellos
por parte de los historiadores.
Hablando de esto con el saxofonista Matías
Santisteban nos afirmó con conocimiento
de causa:
“-En México hemos tenido y tenemos
valiosos, y me atrevo a afirma que
extraordinarios, saxofonistas”
-¿A qué crees tú que se deba que ni
siquiera se les cite en las historias, pocas,
que hay por ahí, divulgando breves reseñas
biográficas de ejecutantes? Recuerdo en
esas historias fichas biográficas de
violoncellistas como Francisco Cárdenas
Flores; organistas como Julián Zúñiga;
flautistas como Agustín Oropeza; violinistas
como Nicasio Jurado o Patricio Castillo
Urquidi y hasta clarinetistas como Anastasio
Flores, pero ni una sola mención de alguno
de nuestros saxofonistas. ¿No te parece
injusto?
“Es muy injusto y, ello, deja al descubierto
la ignorancia de esos autores respecto a
nuestros saxofonistas. Entre los que hay
algunos de prestigio internacional.”
-¿Cómo cuáles, Matías?
“¡Hombre!, aquí y ahora de memoria me
temo que pueda olvidar a alguno de ellos,
nuestra plática transcurrió en el café San
José, de las calles de Ayuntamiento, muy
cerca de la casa donde estuviera la
celebérrima y legendaria radiodifusora
XEW, llamada también “La voz de la
América Latina”, en sus tiempos de gloria.
Matías Santisteban continuó:
“Te daré varios nombres, pero hay más.
Por ejempo: Luis Cabrera “El Pilón”, quien
llegó a ser el primer saxofonista de la
gran orquesta de Luis Arcaraz. En verdad
fue extraordinario y cuantos gustamos
del saxofón lo admirábamos y lo
escuchábamos casi con religiosa devoción”.
-Por favor, Matías, más nombres.
“Ahí te van. Me acuerdo de Freddy Noriega,
al que llamaban “El Kennedy”. Era estupendo.”
-Oiga, Matías, ¿y por qué eso de los motes
entre los saxofonistas?
“Los motes no son cosa única entre los
saxofonistas; en México, pues así somos los
mexicanos, son comunes en todas las
profesiones; pero el mote no quita ni añade
talento al músico”.
-Correcto, Matías. ¿Qué otros saxofonistas
mexicanos consideras de primer nivel?
“-Popo Sánchez me parece fenomenal, y
volviendo a los que tienen mote, no
quiero olvidar a Héctor Hallar “El Árabe”
y mucho menos a Alfonso Martínez
“Pochito”, Eddy “El Chato” Urbina
y Tomás Rodríguez “La Negrita”. Con
estos nombres es más que suficiente,
creo yo, darte una idea, de la cantidad
y calidad de nuestros saxofonistas”
-Siento, Matías, que estamos olvidando
a uno.
-“¿Cuál?”
-Se trata de un señor que nos descubrió
Cristina Pacheco en su programa del Canal 11
“Aquí nos tocó vivir” y que se llama José
Peralta”
-“Ah, sí, hombre. Lo conozco. Es uno de
los mejores, por no decir el mejor, saxofista
callejero, y de cantina, que tenemos en la
ciudad de México. Te puedo decir que yo
lo he escuchado en la cantina “Los Hijos
de Ultramar, que está por el rumbo del
mercado de Río Blanco. Te puedo decir
que es muy bueno, pues también en las
calles de la ciudad te encuentras con
músicos que merecen nuestro respeto”.
Cierto y muy cierto que en México ha
habido y hay auténticos virtuosos del
saxofón que, si fuera posible revivir a
los muertos y reviviéramos a Adolfo, o
Antonio José, Sax, se deleitaría en extremo
escuchándolos.
Hola por su puesto que se les olvido uno que es tan bueno como todos los que menciono y que es increible el color de su sonido lo que hace a un saxofonista realmente bueno y la transformacion de la cultura mexicana a la cultura del jazz que al escucharlo tocar y no verlo diria que es un exelente extrangero tocando su cultura musical . se llama Alejandro jimenez y toca en cancun quintana roo y en muchas partes del mundo donde nos representa dignamente con su censilles y en silencio solo con las notas de su saxofon .
ResponderEliminarNo es George, es Grover washington Jr. Seria bueno que las personas que posean grabaciones, videos, historias, anecdotas, las subieran a internet. No sean egoistas y compartan, jeje. Los gringos tienen un monton de cosas pero aca en español no tenemos casi nada de información. Saludo cordial y felicidades por este blog.
ResponderEliminarMartin