domingo, 1 de agosto de 2010

LA PALABRA AMOR

Agonizaba,

agonizaba,

agonizaba la palabra amor.

Agonizaba triste sola;

sola y triste agonizaba

la palabra amor,

la palabra rota,

rota y herida y desgarrada;

hundida en su agonía,

con la A separada de la Eme,

y la O divorciada de la Ere.

Deshecha la palabra,

y maltrecha y gimiente

y ya irreconocible;

sin música y sin fe,

vacía ya y sin sentido ya,

cansada hasta el extremo del hastío.

Agonizaba

la palabra amor, ya sin amor;

agonizaba,

agonizaba,

agonizaba triste y sola;

sola y triste te digo,

te digo, ¡ay!, que agonizaba

la palabra amor, ya sin amor.

Y era terrible y era aterrador,

y era aterrador y era terrible

como el fin del fin que es siempre

la ausencia del amor en la palabra,

cuando ésta carece de sentido

y se convierte en simple cascarón

ya sin clara y sin yema,

ya sin vida y sin luz que le de aliento.


México D. F., 28 Julio 2010

ME ACUERDO (Ritornello)

Me acuerdo que no me acuerdo,

aunque me quiero acordar,

de aquel perdido recuerdo

que no puedo recordar.

De aquel recuerdo perdido

me acuerdo que no me acuerdo

prisionero del olvido

y olvidado del recuerdo.

Que no me acuerdo, que no,

que no me puedo acordar

de aquel recuerdo en que yo

fui yo a fuerza de olvidar.

Me acuerdo en fin que me acuerdo

de que todo se me olvida

y el olvido y el recuerdo

son mi muerte y son mi vida.

Que queriendo y sin querer

y entre recuerdos perdidos

siento que vuelvo a nacer

entre memorias y olvidos.

Que entre olvidos y memorias

me acuerdo que no me acuerdo

y vuelvo a tejer historias

con tu olvido y mi recuerdo.



México D. F. , 20 marzo 2010

LUNA VIEJA

La luna vieja, la luna

pidió su jubilación.

La vieja luna, muy vieja,

vieja, sola y sin amor.

La luna, la luna vieja,

sola en su desolación.


México D. F., 29 Julio 2010

GRITO EN EL HUMO de Juan Cervera Sanchís

Por primera vez en la historia de la muy noble, bella, limpia

y leal ciudad de México, los manifestantes, que llenaban por

completo el espléndido Paseo de la Reforma, lo hacían entre

espesas columnas de humo y gritando a todo pulmón:

“¡¡¡Fu, fu, fu, fu, fu fá!!!

A lo que añadían perfectamente orquestados:

“¡¡¡Primero no comer que dejar de fumar!!!”

Verdaderamente era impresionante y espectacular ver

aquella singular y única manifestación, de no acarreados,

conformada por mujeres y hombres de todos los partidos

políticos y todas las clases sociales, sin excepción, unidos

estrechamente por el mismo y unificador propósito: la

defensa de los fumadores.

Los fumadores, unidos por su devoción al tabaco,

mostraban la unidad de las unidades por una causa

común.

Se oían frases como éstas: “Fumemos hasta la Santa

Muerte” y: “Los fumadores unidos jamás serán vencidos”.

En aquella apoteótica manifestación no hace falta decir

que se daban cita panistas, priistas y perredistas, católicos,

protestantes, ateos y creyentes, seguidores del América y

fanáticos de las chivas.

Se confirmada así que el vicio une mucho más que la

virtud y quedaba patentizado en aquella manifestación;

que se convertía en la gran noticia del momento en

Internet, las televisoras, las emisoras de radio, periódicos

y revistas.

México se convertía en el primer país donde se hacía una

manifestación multitudinaria en defensa de los fumadores.

Lo extraordinario de aquella protesta se derivó de sus

consecuencias. Días después, imitando a los fumadores

mexicanos, se desataron manifestaciones similares en todas

las grandes ciudades del mundo.

Primero fue en Paris y de inmediato continuaron en Londres,

en Berlín, en Roma, en Madrid, en Lisboa... y, luego,

en América, desde Nueva York a Buenos Aires.

La ciudad de México pasó, con toda legitimidad, a la

historia, como líder defensora del tabaquismo, por aquella

manifestación que los historiadores denominaron

“Grito en el Humo”.

México D. F., Enero 2050

UN HOMBRE de Juan Cervera Sanchís


Un hombre al borde

de la nada

en vano

espera

ayuda

de los hombres.

¿Soy ese hombre yo?


¿Eres tú ese hombre?

Nosotros somos, sí,

¡oh amiga mía!

Mi sombra y yo,

y yo y mi sombra

vagando a la deriva.

México D. F. 1° Agosto 2010

SIN ALAS por Juan Cervera Sanchís


Soy un águila sin alas,

dime tú, ¿cómo alzo el vuelo?

Yo vivo atado a la tierra

y en vano aspiro a ser cielo.

El cielo es mi vocación,

mi destino este tormento

de ser águila sin alas

y negada para el vuelo.

Soy lo que no quiero ser

y todo lo que yo quiero

por más que lo quiero yo

tristemente no lo tengo.

Soy un águila sin alas

y apenas si soy un huérfano

condenado a la orfandad

de por vida y sin remedio.

Nacido para volar

yo no podré alzar el vuelo,

pues mi barro jamás nunca

será polvo volandero.

Soy un águila sin alas.

Soy sin ser y vivo y muero

día con día a ras del barro

por más que sueñe ser cielo.

JUAN CERVERA SANCHIS

México D. F., 2 Agosto 2010

los micros... por Juan Cervera Sanchís

1.-

Los micro días

sin micro noches ¡ay!

no existirían.


2.-

Sin lo invisible

nada de lo que vemos

sería visible.


3.-

Los micro sueños

son traviesos haikús

en pleno juego.





EL ROMANCE O CORRIDO EN MÉXICO

“El corrido es una de las formas más intensas de

la poesía mexicana”, ha dicho con propiedad

Rubén Bonifaz Nuño, el más alto y profundo

poeta del México contemporáneo. Y así es.

Pero vayamos a los orígenes del corrido, es

decir, del romance.

Para Menéndez y Pelayo y Menéndez Pidal,

“los romances, ya por línea recta, ya por línea

transversal descienden de las crónicas, son pues

fragmentos de los cantares de gestas perdidos

por no hallarse escritos.”

Sí, los romances fueron el origen de los cantares

de gestas que más tarde compusieron y cantaron

los juglares, así llamados entonces y que, hoy. en

México conocemos como onda grupera.

¿O es que no son juglares los populares cantores

de la onda grupera?

Los romances en su origen, dado que no existía la

radio y ni la TV, se cantaban en mercados y plazas.

La mayoría de los romances eran anónimos. Sus

temas eran históricos, novelescos, líricos o relatores

de los acontecimientos sobresalientes de la vida

y su entorno.

Fueron recogidos por primera vez en el llamado

“Cancionero de Constantina” a principios del siglo

XVI y salvados del olvido.

Llegaron al Nuevo Mundo con los conquistadores

y tiempos después se les llamó en México corridos.

Antes de nacer como tales y con temas propios, ya,

de la vida y las incidencias surgidas en las nuevas

tierras los romances viejos fueron cantados en la

Nueva España por los nostálgicos soldados de Hernán

Cortés.

En México los viejos romances cambiaron de alguna

forma.

Se hicieron nuevas versiones en orden a las circunstancias

a que tenían que adaptarse las mujeres y los hombres en el

Nuevo Mundo.

Sucedió esto en todo el ámbito de la lengua castellana

del hemisferio americano.

En México los viejos romances se hicieron nuevos

y diferentes y se adornaron, en muchos casos, de

diminutivos. Veamos el llamado “Cuchito”:

“Cuchito, Cuchito, mató a su mujer/ con un cuchichito

del tamaño de él,/ le sacó las tripas y las fue a vender:/

“¡Mercarán tripitas de maña mujer!”

Estas primeras versiones burlescas del romance en

México pierden por completo el carácter de epopeya

que tenían en Castilla-

La realidad en el Nuevo Mundo es totalmente diferente

a la de la estepa castellana, donde “el guerrear diario”

era parte de la vida cotidiana.

En las grandes extensiones del continente recién

Descubierto la visión se transforma y con ella la

temática.

Entre nosotros el viejo romance se hace juego, por

momentos, infantil.

He aquí el titulado “La Pastora”:

“Se durmió la pastora, comió queso el gatito./ La

pastora, enojada, mató a su michito”

Sí, sí, el romance se dulcifica y se infantiliza:

“Hilitos, hilitos de oro, que se me vienen cayendo,/

que dice el rey y la reina/ que cuantas hijas tenéis.”

En esta transformación concurren distancias, a más

de atmósferas mediatas. Por un lado la lejanía la

lejanía misma del virreinato en relación con el reino

y la corona y por el otro el sol y el aire, el clima de

la nueva tierra.

Los romances se aniñan y se cantan en las plazas

Las noches de luna llena y a coro por los infantes.

Lo que fuera ayer cantares de juglares y soldados

son ahora cantinelas de pequeñuelos y mozuelas:

“Yo soy la viudita de Santa Isabel,/ me quieren casar

y no hallo con quien.”

Y es por ahí que se escucha aquello de:

“El piojo y la pulga se van a casar/ no se hacen las

bodas por falta de pan.”

Aparece en lugar del soldado y de la gesta heroica

El señor don Gato “sentadito en su tejado”. O los

romances de miedo:

“Estando durmiendo anoche/ un lindo sueño soñaba:/

soñaba con mis amores,/ soñaba en mi hermosa dama./

de pronto se me aparece/ una figura muy blanca,/

-Eres el Amor?, pregunto./-No, responde, ¡soy la

Parca”.

Y llega la Parca decidida a llevarse la vida entera

por delante.

El romance se ha hecho personal e íntimo. Ya no

son los sufridos guerreros, bajo el fiero sol,

derrotados o victoriosos, los protagonistas. Ahora,

la protagonista es Delgadina paseándose “de la

sala a la cocina/ con vestido transparente” y con

la muerte blandiendo su espada invisible, pero

siempre muy certera, sobre su bella cabeza.

Las versiones del viejo romance en México cantan

el mal de amor:

“Chiquita, si me muriera/ no me entierres en sagrado:/

entiérrame en el arroyo donde me pise el ganado”.

Y se canta aquello de:

“¿Dónde vas, Román Castillo,/ dónde vas, pobre de ti./

Ya no busques más querellas/ por nuestras damas de aquí./

Ya está herido tu caballo,/ ya está roto tu espadín,/

tus hazañas son extrañas/ y tu amor no tienen fin.”

Se canta a la zagala en el campo y se le pide:

“Dame un besito, lucero,/ le dije lleno de afán.”

A lo que la zagala responde, para que veamos que

el ayer, al igual que el hoy, los hechos de la vida

nuestra de cada día no fueron muy diferentes:

“Si con oro me lo pagas/ de luego lo iré a buscar.”

Pues si, si hay oro a la vista, no hay zagala que

luego luego se resista.

El romance en suma, nacido de la guerra y que pasara

por los palacios y las damas emperifolladas, en América

se hace infantil y juego amoroso durante varios siglos,

hasta que con la Independencia y la Revolución, y ya

con el nombre de corrido, vuelve a recorrer y a recobrar

su, digamos, esencia y presencia.

Se endurece de nueva cuenta y canta la lucha del hombre

en armas, desembocando aquí y ahora en los llamados

narcocorridos, que nos remiten a los corridos fronterizos

que nos dejaron testimonios de las acciones y los hechos

de los antiguos y románticos contrabandistas y aquellos

bandidos que robaban a los ricos para socorrer a los pobres,

personajes como José María “El Tempranillo”, en

España y, entre nosotros, Camelia La Texaca o Lino

Quintana y otros muy de hoy, que se sienten “Jefes de Jefes”, y que

y ya tienen sus corridos resonando en las voces de Las

Águilas del Norte y Los Renegados, entre otros intérpretes,

y ya muy bien instalados en la memoria imborrable o, si

usted gusta, en el disco duro del alma popular.

SÁFICOS de Juan Cervera Sanchís

Homenaje a Esteban Manuel Villegas (1589-1669)


Sólo tu voz amiga me alimenta,

tu dulce voz tan dulce que me endulza

el alma con su dulce miel dulcísima,

¡oh dulce amiga!

Sin tu voz no imagino mi existencia

en este mundo acerbo y sin sentido,

que gracias a tu voz, amiga mía,

tiene sentido.

Tu voz amiga y dulce, siempre dulce;

amiga y dulce y siempre fiel y amada;

esa tu voz por la que yo suspiro,

canto y aliento.

Dulce eres tú mi dulce amiga mía

y verdadera amiga de mi vida;

de esta mi vida que, sin tu voz, ¡ay!,

no existiría.

Dulce es la vida, dulce, sí, muy dulce,

esta mi vida oscura y siempre en guerra,

que tu voz embellece y dulcifica,

salva y eleva.

JUAN CERVERA SANCHIS

México D. F., 22 enero 2009

MARAÑAS por Juan Cervera Sanchís

Punto por punto recorrió la flor graciosa

y siempre cambiante de su cautivadora geometría,

respirando a fondo sus aromáticas y sutiles

esencias.

Una suerte de éxtasis lo fue suavemente embriagando.

Se perdió en espirales de gozo y, entre hexaedros

y octágonos sonoros, descubrió la raíz triangular

de todas sus quimeras, entrando, por sorpresa, en el

círculo estrecho de su realidad, aunque, por fortuna,

con su niñez intacta.

Supo la verdad-mentira de su vida e inició la línea

lumínica de un día más, ya con la noche acuestas

de su geométrico fantasma y donde ella, inexistente,

existía únicamente para él: su inventor, su dios, su

punto de partida, repartido y partido en millones de

imágenes de ella, por la ciencia rota de sus sueños

de geómetra absurdo, pues ella era él y él era ella,

en el corazón dolorido de su propio espejo agonizante.

Del libro inédito: “Demencia senil”

Juan Cervera Sanchis

México D. F., 29 Abril 2010

UNO de Juan Cervera Sanchís

Uno habita días cuervos

y cruza noches lobos

entre lunas menguantes

y relámpagos agrios.

Uno en vano quisiera,

uno quiere y no puede.

La vida se va yendo,

se va yendo la vida

y nos deja desnudos,

en el puro esqueleto,

y los siglos nos muelen

y hay polvillo de calcio

en el aire y, de pronto,

la muchacha de fuego,

que se sabe ceniza,

respira y algo intuye.

Uno habita días lágrimas,

doliente humanidad,

y cruza noches ciegas,

entre lechuzas sórdidas

y añicos de ilusión en la mirada.


México D. F., 29 abril 2010

OPIO Por Juan Cervera Sanchís


Yo amaba a las amapolas que enrojecían los trigales

que, alrededor de mi pueblo, verdecían la voz del aire.

Yo en aquel tiempo ignoraba la clorofila y la sangre.

Yo era un niño saltamontes, un niño desconcertante.

Era un niño, yo era un niño experto en cirros y aves.

Que yo era un niño feliz y enamorado y amante

de las rojas amapolas y de los verdes trigales.

Todo lo inventaba yo y era todo cautivante.

Que era yo un niño, aquel niño, deslumbrado y deslumbrante,

que podía ver la poesía de la luz por un instante.

Un niño que no sabía; que no sabía y no sabe

que, entre las dos Oes del opio, en su alma de niño, cabe

el jardín de la Creación aromado de Dios Madre.


México D. F., 4 Junio 2010

DIOS MADRE Por juan cervera Sanchís


Dios Madre, Dios, mi Dios Madre,

Dios mío de cada día,

Dios, mi Dios de cada instante.

Dios invisible y visible,

Dios bellamente impalpable

y palpable y bello Dios.

Inalcanzable. Alcanzable.

Dios que siempre estás aquí,

compañero acompañante .

Dios Madre, Dios, Madre Dios.

Dios presente y vigilante.

Dios que no me olvida nunca.

Dios por siempre inolvidable.

Dios Madre siempre presente

y acción y presencia amante

del perpetuo y sumo amor

y amor sumo y suma Madre.

Madre suma y sumo Dios

y sumas de sumas Madres

que al callar todo lo nombras

y despejas lo innombrable

con la sencilla inocencia

de tu silencio insondable.


México D. F., 6 junio 2010

MÉXICO Y EL SAXOFÓN Por Juan Cervera

A mediados del siglo XIX, el constructor

belga Adolfo Sax, quien en realidad se

llamaba Antonio José, y quien viviera

entre 1814 y 1894, inventó un instrumento

musical al que daría el nombre: saxófono y

que en nuestro idioma pasó a llamarse

saxofón.

Construyó su invento, hombre de admirable

ingenio, en seis modelos, que todavía

permanecen y que llevan por nombre:

soprano, saxofón alto, saxofón bajo, saxofón

tenor y saxofón barítono.

Sax editó a su vez un método, escrito por

él naturalmente, para enseñar a tocar su

invento. O mejor dicho: sus inventos.

Hay que notificar que José Antonio Sax, o

Adolfo Sax, como se le conoce, inventó,

aparte del saxofón, la saxtromba, el saxhorn

y la saxtuba.

Su gloria empero se la debe al saxofón, que

pronto fue aceptado por los músicos y

encontró admirables ejecutantes.

Entre los grandes saxofonistas a nivel

universal es célebre el nombre de George

Washington Jr.

Brilla también con poderosa luz propia

Charly Parker. No se diga Jerry Mulligan,

Hornet Colleman y Man Holkine.

En verdad el saxofón ha encontrado a

fervientes amantes de su muy especial y puro

sonido de alta e incuestionable calidad.

No es nada fácil tocar este instrumento,

pero cuando encuentra a su virtuoso su

sonido es seductor.

En México, desde su llegada a estas tierras

a finales del siglo XIX, el saxofón encontró

excelentes ejecutantes.

Curiosamente en las historias de la música

mexicana, se registran y exaltan, hablando

de ejecutantes, a pianistas, violinistas e

incluso a trompetistas, como es el caso de

Felipe León.

Desafortunadamente a los saxofonistas no

se les da la menor importancia. Ignoramos

las causas de esta indiferencia hacia ellos

por parte de los historiadores.

Hablando de esto con el saxofonista Matías

Santisteban nos afirmó con conocimiento

de causa:

“-En México hemos tenido y tenemos

valiosos, y me atrevo a afirma que

extraordinarios, saxofonistas”

-¿A qué crees tú que se deba que ni

siquiera se les cite en las historias, pocas,

que hay por ahí, divulgando breves reseñas

biográficas de ejecutantes? Recuerdo en

esas historias fichas biográficas de

violoncellistas como Francisco Cárdenas

Flores; organistas como Julián Zúñiga;

flautistas como Agustín Oropeza; violinistas

como Nicasio Jurado o Patricio Castillo

Urquidi y hasta clarinetistas como Anastasio

Flores, pero ni una sola mención de alguno

de nuestros saxofonistas. ¿No te parece

injusto?

“Es muy injusto y, ello, deja al descubierto

la ignorancia de esos autores respecto a

nuestros saxofonistas. Entre los que hay

algunos de prestigio internacional.”

-¿Cómo cuáles, Matías?

“¡Hombre!, aquí y ahora de memoria me

temo que pueda olvidar a alguno de ellos,

nuestra plática transcurrió en el café San

José, de las calles de Ayuntamiento, muy

cerca de la casa donde estuviera la

celebérrima y legendaria radiodifusora

XEW, llamada también “La voz de la

América Latina”, en sus tiempos de gloria.

Matías Santisteban continuó:

“Te daré varios nombres, pero hay más.

Por ejempo: Luis Cabrera “El Pilón”, quien

llegó a ser el primer saxofonista de la

gran orquesta de Luis Arcaraz. En verdad

fue extraordinario y cuantos gustamos

del saxofón lo admirábamos y lo

escuchábamos casi con religiosa devoción”.

-Por favor, Matías, más nombres.

“Ahí te van. Me acuerdo de Freddy Noriega,

al que llamaban “El Kennedy”. Era estupendo.”

-Oiga, Matías, ¿y por qué eso de los motes

entre los saxofonistas?

“Los motes no son cosa única entre los

saxofonistas; en México, pues así somos los

mexicanos, son comunes en todas las

profesiones; pero el mote no quita ni añade

talento al músico”.

-Correcto, Matías. ¿Qué otros saxofonistas

mexicanos consideras de primer nivel?

“-Popo Sánchez me parece fenomenal, y

volviendo a los que tienen mote, no

quiero olvidar a Héctor Hallar “El Árabe”

y mucho menos a Alfonso Martínez

“Pochito”, Eddy “El Chato” Urbina

y Tomás Rodríguez “La Negrita”. Con

estos nombres es más que suficiente,

creo yo, darte una idea, de la cantidad

y calidad de nuestros saxofonistas”

-Siento, Matías, que estamos olvidando

a uno.

-“¿Cuál?”

-Se trata de un señor que nos descubrió

Cristina Pacheco en su programa del Canal 11

“Aquí nos tocó vivir” y que se llama José

Peralta”

-“Ah, sí, hombre. Lo conozco. Es uno de

los mejores, por no decir el mejor, saxofista

callejero, y de cantina, que tenemos en la

ciudad de México. Te puedo decir que yo

lo he escuchado en la cantina “Los Hijos

de Ultramar, que está por el rumbo del

mercado de Río Blanco. Te puedo decir

que es muy bueno, pues también en las

calles de la ciudad te encuentras con

músicos que merecen nuestro respeto”.

Cierto y muy cierto que en México ha

habido y hay auténticos virtuosos del

saxofón que, si fuera posible revivir a

los muertos y reviviéramos a Adolfo, o

Antonio José, Sax, se deleitaría en extremo

escuchándolos.