Agonizaba,
agonizaba,
agonizaba la palabra amor.
Agonizaba triste sola;
sola y triste agonizaba
la palabra amor,
la palabra rota,
rota y herida y desgarrada;
hundida en su agonía,
con la A separada de la Eme,
y la O divorciada de la Ere.
Deshecha la palabra,
y maltrecha y gimiente
y ya irreconocible;
sin música y sin fe,
vacía ya y sin sentido ya,
cansada hasta el extremo del hastío.
Agonizaba
la palabra amor, ya sin amor;
agonizaba,
agonizaba,
agonizaba triste y sola;
sola y triste te digo,
te digo, ¡ay!, que agonizaba
la palabra amor, ya sin amor.
Y era terrible y era aterrador,
y era aterrador y era terrible
como el fin del fin que es siempre
la ausencia del amor en la palabra,
cuando ésta carece de sentido
y se convierte en simple cascarón
ya sin clara y sin yema,
ya sin vida y sin luz que le de aliento.
México D. F., 28 Julio 2010
Muy agradable, me doy cuenta que no estoy solo, no hay soledad, hay poetas tan cerca tan cerca, lo suficiente para leerlos.
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